¿Podemos utilizar la inteligencia artificial para diseñar rutas turísticas? Lo cierto es que las herramientas de inteligencia artificial ya se utilizan para el diseño óptimo de rutas turísticas por lo que tienen una aplicación directa en el caso del patrimonio industrial. Pero la mayoría de las publicaciones científicas dedican espacio a la aplicación de la resolución del problema matemático de la optimización de la ruta turística como alguna versión del problema del viajante (TSP) para calcular las trayectorias óptimas entre nodos utilizando diferentes algoritmos heurísticos. Nuestra propuesta consiste en tener en aplicar la IA en la elección de los nodos principales de las rutas identificando los puntos de interés (POI) empleando análisis de sentimientos a partir de los diferentes perfiles de turistas. Una vez se dispone de una ruta óptima desde el punto de vista de la experiencia emocional del turista se introducen variantes de los problemas TSP de menor complejidad. Se establecen diferentes perfiles de los turistas y en base a un análisis de los sentimientos se eligen patrones de visitas y actividades adaptados a cada uno de los perfiles.
Pero, realmente, ¿esto puede constituir una diferencia? Para demostrarlo consideramos el caso de una ruta a través de diferentes elementos del patrimonio industrial y minero del Principado de Asturias. En la figura se muestra una ruta obtenida a partir de un algoritmo de templado simulado para una lista de nodos con lugares vinculados a museos. El cálculo considera un problema TSP estándar. Para la construcción del mapa se ha construido una base de datos que tiene en cuenta los resultados de un análisis de sentimientos realizado sobre comentarios de Trip Advisor y diferentes perfiles de visitantes. Global hace referencia al conjunto de reseñas.
Pero, ¿qué ocurre si planificamos la ruta teniendo en cuenta alguna de las variables obtenidas del análisis de sentimientos? Aquí optamos por la polaridad emocional, con la misma definición que hemos presentado aquí para otros análisis. Esta variable nos permite medir el grado de sentimiento positivo en los visitantes. Aquí lo que interesa es realizar la ruta ordenando la polaridad desde el lugar que genera un menor sentimiento positivo al mayor, si se hace así la satisfacción del turista es mucho mayor. Pero en el mapa correspondiente se observa una ruta muy distinta:
Para nosotros resulta mucho más importante la experiencia del visitante que cualquier otro planteamiento de logística. Esto implica que es necesario introducir una capa más de variables en el diseño de las rutas vinculadas con el análisis de sentimientos.
